Se trata de una mesa de escucha: una mesa sonora para construir y des-construir el espacio. La mesa ha estado concebida como un espacio de intercambio donde, entre las dos maquinas de escribir – manipuladas, estropeadas, imperfectas –, descripciones de espacios imaginarios se mezclan, se deshacen, se reconstruyen. (Lo que entiendo por “descripción de espacio imaginario” es la descripción de un lugar real por una persona que nunca estuvo allí.) Cada uno de los cajones han estado transformados en situaciones de escucha singulares: acercándose a ellos, se puede encontrar sonidos (maquinas de escribir, puertas que se abren y se cierran, ruidos de multitud, etc.), o fragmentos de descripciones orales, o objetos ligados a la inscripción scriptural (palabras talladas en trozos de madera, palabras escritas por maquina en bandas de organza, palabras bordadas sobre varias telas, palabras escritas por maquina en papeles translúcidos, etc.).
En un rincón del espacio, haciendo contrapeso a la estructura más estable de la mesa-encuentro, una serie de cuadros se abren en todas direcciones: como un otro tiempo de la construcción, sino más bien algunos restos de proceso.
Sonidos que atraviesan la mesa de escucha (extracto aleatorio, 00:40)
Madera contrachapada russa, hilo, organza de seda y otras telas, papel, maquinas de escribir, trozos de madera, cinta (diferentes tintas), altavoces, tarjeta de sonido, max/msp, amplificador, 38 m2. Muchissimas gracias a todxs, anonimxs, que participaron en esta colecta de espacios imaginarios. Foto: Julie Faubert.